4.7.10

Acerca de la ciencia de la filosofía

Es importante que quede claro que no pretendo con esto plagiar a nadie; todo lo escrito a continuación proviene de mi propio razonamiento reflexivo (más allá de las inevitables influencias inconcientes que siempre están). Es posible que debido a mi escasa lectura filosófica haya pasado por alto algún autor que haga de este texto una mera paráfrasis. Repito, que no tengo esa intención, y de ocurrir no hay nada que pueda hacer para evitarlo. En segundo lugar, es de reafirmar que esto es un entendimiento propio, y con el que muchos pueden dicernir. Bienvenidos sean; pero considerando que, como decía Aristóteles, "es preciso que los que quieran juzgar sanamente la verdad se conduzcan, no como adversarios, sino como árbitros".

Y ya que comencé con Aristóteles, voy a aprovechar para seguir con él. El mencionado filósofo, entre sus incontables propuestas, catalogó a la filosofía como la ciencia soberana, superior a todas las otras ciencias por numerosas razones, de las cuales, sin embargo, sólo una llamó particularmente mi atención: "...aquella [ciencia] que se busca por sí misma, sólo por el ansia de saber, es más filosófica que la que se estudia por sus resultados [...] El que quiera estudiar una ciencia por sí misma, escogerá entre todas la que sea más ciencia [...] Y que [la filosofía] no es una ciencia práctica [...] Es por tanto evidente, que ningún interés extraño nos mueve al estudio de la filosofía" (Metafísica). Esto, por el contrario, no es cierto. La filosofía, como todas las ciencias, tiene una aplicación práctica aparte del "concimiento por el conocimiento mismo", y no saber eso es lo que la convierte en la ciencia más peligrosa de todas. Su objetivo radica en satisfacer una necesidad individual nacida de una ineterrogación social. En la Antigua Grecia, podríamos decir que esa necesidad era la de explicar la naturaleza, el origen de la existencia y su sentido; y la filosofía estaba en pos de ella.

Hoy en día, con el paradigma dominante de las ciencias naturales, muchas cuestiones pudieron ser explicadas (al menos por ahora) según nuestra forma de concebir la realidad, y fueron por ello desligadas del objeto de estudio de la filosofía, como por ejemplo el origen del Universo. Ahora esta ciencia debe satisfacer nuevas necesidades, sumadas a aquellas que todavía no se ha podido "resolver". Existe un relato que valdría la pena citar, y que iba algo así: Cuando el Diablo tenía que esconder el secreto del sentido de nuestras vidas en el Universo, pensó primero en hundirlo en el fondo del Mar, pero tras entender que algún día los hombres inventarían máquinas para sumergirse en las profundidades y lo encontrarían, decidió buscar otro lugar; pensó luego en esconderlo en el centro de la Tierra, pero imaginó que cuando los hombres lograran desarrollar la tecnología para llegar hasta allí, también lo encontrarían; por último pensó en esconderlo en el punto más recóndito del espacio, pero, de nuevo, cuando los hombres inventaran la forma de conquistarlo volverían a encontrarlo. Entonces fue cuando alguien le dijo que lo escondiera en el único lugar en el que nunca lo encontrarían, en el único lugar en donde nunca buscarían, en sus corazones (El texto original no es exactamente como se presenta, pero considero las adaptaciones apropiadas al tema en discusión). Hoy en día, la ciencia filosófica ha evolucionado, no busca ya entender la naturaleza sino el ser del hombre en la sociedad, cuestiones que antes no se había preguntado o no preocupaban tanto como en la actualidad. Por ende, la filosofía tiene una aplicación y es la de encontrar respuestas para las inquietudes e incógnitas sociales para las que los otros ámbitos de la vida no han encontrado respuestas, y no está libre de intencionalidad. "El hecho de que la sociedad sienta una necesidad técnica, estimula más a la ciencia que diez universidades" (F. Engels: carta a H. Starkenburg, 1834). 

Creo que es importante tener esto en consideración, para estar atentos de no fabricar una filosofía funcional a un sistema en particular, sino que realmente nos permita alcanzar verdades absolutas, libres de la necesidad de explicación eventual-temporal. Aunque es probable que esto último sea tal vez impracticable.


Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα

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