15.7.10

Un análisis deportivo

Debo aceptar que, muy a mi pesar, el pronóstico que estimé pocos días antes del comienzo de la copa del mundo, según el cual España y Holanda se efrentaban en la final, con ulterior victoria del primero, terminó por concretarse; repito, muy a mi pesar. Porque lo cierto es que, si bien en la previa debía admitir que la selección española era la que mejor fútbol jugaba, varios factores que tuvieron lugar durante el mes de Junio me llevaron a un radical cambio de opinión. Factores que terminarían por determinar lo que fue (independientemente de mi edad) el peor campeonato mundial de fútbol desde el año 1929. Para que no queden dudas.

Lamentablemente, es imposible iniciar cualquier análisis serio de este torneo sin hacer mención al mal arbitraje; cualquiera que esquive este tema lo hace porque en algo está entongado. Y que conste que lo catalogo como malo simplemente porque no existen las palabras para definir las aberraciones que se han cometido, y prefiero seguir con otras cosas a perder el tiempo intentando encontrarlas. Sin lugar a dudas, los fallos arbitrales (nunca mejor dicho) favorecen al mal juego: aquel que hace un golazo en buena ley y no se lo convalidan no puede hacer mucho más para ganar un partido; quien hace un gol en off-side sin haber hecho los méritos para ello no ayuda a mejor el nivel de los partidos. Esto lleva a un segundo aspecto de la cuestión: las vergonzosas excusas. 

Por un lado podemos observar especímenes como Diego Maradona, que critica a la FIFA cuando le es conveniente, y no por una cuestión de principios inamovibles. Por ejemplo, tomemos el partido contra México: antes, defenestró al árbitro de Alemania-Inglaterra por no cobrar el obseno gol convertido por los ingleses que habría cambiado completamente el curso del encuentro; después, con el 3-1 contra los centroamericanos consolidado, desestimó si el gol de Tevez había sido o no en off-side, aduciendo que el arbitraje tenía que centrarse en protejer a los habilidosos, amonestando a los rivales, y, llegado el caso, usar la teconolgía solamente para ver si la pelota había cruzado la línea de meta. Bueno, señor Maradona, yo le digo que el reglamento es uno solo, y como tal debe ser cumplido en su totalidad, y no únicamente los pasajes que a usted le viene a gusto. Eso parece ser empero práctica común y generalizada, como mencionaré más adelante: criticar al árbitro cuando se acaba de ser claramente favorecido por sus decisones para ocultar, al menos en parte, la evidente parcialidad del juez.

Por otro lado tenemos la lastimosa excusa que proporcona el señor (diría "senil", pero eso lo exculparía) Blatter, que inventa que al implementarse la tecnología no sólo se ralentizarían demasiado los partidos (como los encuentros de fútbol americano, que hasta donde yo sé son bastante populares), sino que la gente dejaría de discutir sobre fútbol en el día a día, porque no habría más polémicas ¿Desde cuándo Joseph Blatter se preocupa por que la gente tenga temas de los que hablar?  Más bien pareciera que con la aplicación de repeticiones que no dejen dudas a él se le acabaría el negocio (o negociado) de arreglar resultados según lo que venda más. Porque, ¿a quién en su sano juicio se le podría ocurrir que está bueno que haya injusticias nada más que para que la gente pueda discutir sobre ellas? A "Chiquito" Romero, pareciera, ya que está en contra de el uso de la teconolgía porque le quitaría "esa viveza". Habría que aclararle que tocar la pelota con la mano para obtener una ventaja extradeportiva no es ser "vivo"; eso es trampa, y está tan fuera del reglamento como participar del juego partiendo de posición adelantada o que la pelota pique dentro del arco y aún así no se cobre el gol. La "viveza", como él le llama, es sacar rápido un tiro libre cuando el rival está desconcentrado, o amagar salir para un lado y salir para el otro, o quitarle una pelota a un contrario desde atrás sin que este se dé cuenta siquiera. Hay una línea entre ambos términos, y no es tan delgada como la hacen parecer.

Y siguiendo con esta idea pero llegando ya a otro tema (los arbitrajes son indignantes, pero poco más hay para decir que no se haya dicho o no se sepa ya), es interesante distinguir lo que es trampa de lo que no. A veces la opinón monopólica (que también llega a los deportes, aunque no lo pueda creer) hacen que la gente no pueda pensar por su cuenta, y termina estando de acuerdo con lo que vende. Porque, y es hora de que alguien lo diga de una vez, Suiza no hizo trampa contra España. Tampoco fue mezquino, como diría Horacio Pagani, y tampoco fue un día en el que murió el fútbol, según palabras del mismo periodista. Al margen de que yo quería que España perdiera ese partido, no se puede decir que Suiza jugó mal. Suiza jugó lo que Suiza contra España podía jugar ¿O qué querían, que fuera con todo a atacar? Probablemente se habría comido 3 o 4, porque no le da para mantener ese estilo de juego. Sin embargo, jugando como lo hizo, no sólo matuvo su arco en cero, sino que incluso terminó ganando. ¿Eso es trampa? Que se acabe la mentira de que en el fútbol no hay merecimientos; si pateaste 20 veces al arco y no pudiste hacer un gol, no merecías hacerlo; si te metiste atrás, defendiste como una muralla, y tu delantero, de contra, la pudo embocar en la única chance que tuvo, entonces merecías ganar. Y punto. A llorar a la iglesia, que le dicen.

Hay un caso, de todas formas, en el que no gana el que lo merece: cuando el árbitro falla en su función. Porque si España hubiera hecho un gol contra Suiza y se lo anulaban mal por supuesto off-side, entonces Suiza no habría merecido ganar, sino que lo habría hecho con la complicidad de árbitro. Como la selección española, justamente. Porque en la final Andrés Iniesta tendría que haber sido expulsado por su exabrupto tras una infracción cometida a él, y en la jugada previa al gol español el absurdamente evidente corner para Holanda que el árbitro decidió no cobrar (no puedo creer que no lo haya visto) habría combiado las cosas. También hay que decir que, si bien el conjunto holandés no hizo trampa, se mantuvo en pie gracias al beneplácito del referee inglés. Porque, al menos en el primer tiempo, dos mediocampistas tendrían que haber sido detenidos en la comisaría de Johannesburgo al menos por la noche, y sin embargo jugaron los 120 minutos. Y cuando finalmente se decidió a expulsar a alguien, no había sido infracción (porque no lo fue, dejen de mentir y aprendar a jugar al fútbol). Sin embargo, a lo largo de todo el campeonato la selección española se dedicó a quejarse de los arbitrajes, cuando, exceptuando la final, era la única a la que favorecían unilateral- y constantemente. Con solo abrir un diario español tras cada encuentro en la bajada de la nota podía leerse la queja de al menos un penal no cobrado. Yo ví los partidos, y puedo aseverar que de los siete, solo uno fue penal, a duras penas, y cuando Xabi Alonso acababa de mal logar otro. Pero, como dije, quejarse cuando se es favorecido ayuda a pasar desapercibido.

Para concluir algo de todo lo anterior, creo que es inevitable que un periodista se vea influido por sus gustos e intereses a la hora de opinar, en este caso, sobre fútbol (en mi caso es más que evidente). Sin embargo, si no puede no haber comentarios tendensiosos y/o exitistas como los que abundaron en la final del mundial, entonces que haya dos periodistas tendenciosos opuestos, así puedo sacar mis propias conclusiones. Porque, por más de que todos me vayan a criticar, a mi me encanta como juegan los equipos de Mourinho, por dos razones: son inteligentes y estrategas para ganar sin trampas, y no despotrican contra los demás cuando pierden. Una cosa es que a nadie le guste pereder, y otra es echarle la culpa a los demás cuando esto lamentablemente ocurre.

Como punto final de este análisis quería aclarar que dejé deliberadamente de lado todas las estupideces que se decían cuando la pelota no estaba rodando, desde la triste fama de un molusco aleatorio hasta el cabaret de la selección francesa, porque no creo que valga la pena reflexionar sobre ellos (ni siquiera "flexionar") para alcanzar un mayor nivel futbolístico en cualquiera de sus aspectos. Y por último considero necesario aclarar el por qué de mi defenestración para con la selección de España: simplemente, les está yendo demasiado bien en todos los deportes, y eso les hace creer que pueden ser más agrandados que los argentinos. La verdad que me molesta bastante.

Sin más, finalizo esta trágica ironía; porque, en contraposición al título del artículo, en él hubo de todo menos fútbol (cada vez menos desde Francia `98), y así seguiremos mientras ni el periodismo ni Blatter y sus protegidos pierdan la soberbia que les hace creerse los últimos dueños de la verdad.

Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα

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