23.7.10

Acerca de lo absoluto del tiempo

  Albert Einstein diría que todo es relativo, y nada es absoluto, incluso la velocidad que concebimos del tiempo: si lográramos viajar a la velocidad de la luz, el tiempo se volvería infinito, y con una sola exhalación nuestra, millones y millones de años pasarían, y todo lo que conocemos de la existencia habría de desaparecer. Sin embargo existe otra teoría; es cierto que tal vez menos científica y más filosófica, pero válida de todas formas. En ella la velocidad del tiempo se torna indiferente; lo crucial, lo verdaderamente significativo es que, independientemente de su velocidad, el tiempo siempre avanza, siempre está en movimiento, y no puede ser detenido, porque si así lo fuera, dejaríamos de pensar en él.

   El tiempo es el que permite que sucedan los cambios; de hecho, el tiempo es el único culpable de que las cosas cambien, el tiempo es cambio inevitable. Y si algo no puede evitarse, si algo no puede cambiarse, entonces es como si ya hubiese sucedido. ¿Cuánto tiempo tardan en transcurrir diez años? No importa, porque, pase lo que pase, si eso va a llegar inevitablemente, entonces ya sucedió, y no vale la pena preocuparse por ello. Los momentos no se perpetúan, sino que se suceden uno al otro, irrefrenablemente. Por ende, la velocidad del tiempo es inmediata.

   Y aquello inevitable, que el correr del tiempo no puede afectar, ajeno al ineluctable cambio que conlleva el tiempo, está, necesariamente, fuera del tiempo mismo, es "eternamente inmediato", como la muerte, ¡desdicha fuerte!. Por más que intentemos aplazarla, es ineludible; cualquier duda se aplaca tan solo con preguntarle a la Europa posterior a la Peste Negra... Por más trágico que suene, desde que nacemos no estamos muriendo, sino que estámos ya directamente muertos. Ahora, es sabiendo esto como podemos entender que nuestra percepción de la muerte si puede mutar, y podemos usar esto para enriquecer nuestras vidas.

               

           Mefistófeles.-Ningún deleite le satisface, ninguna dicha le llena, y así va sin cesar en pos de formas cambiantes. El último, el mísero, el vano momento ansía retenerlo ese infeliz. Aquel que tan tenaz resistencia me opuso, queda dominado por el tiempo: el viejo yace ahí en la arena. Párase el reloj...

           El coro.-¡Se para! Callado está cual la medianoche. Cae la manecilla.

           Mefistófeles.-Cae; todo está consumado.

           El coro.-Se ha acabado.

         Mefistófeles.-¡Acabado! ¡Necia palabra! ¿Por qué acabado? Acabado y pura nada son exactamente lo mismo. ¿Para qué nos sirve, pues, el eterno crear? Para reducir a la nada lo creado. ¡Conque acabado! ¿Qué se ha de argüir de eso? Es como si ello no hubiese jamás existido, y, sin embargo, circula cual si existiese. En su lugar, prefiriera yo el vacío eterno. (von Goethe, Johann W., en Fausto, 2da. parte acto quinto, Ed. Altaya, Barcelona, 1994).


   Por último, y para terminar de entender esta concepción, valdría la pena definir al tiempo, y tal vez la forma más clara y sencilla de hacerlo sea con una metáfora: porque el tiempo no es la arena cayendo (inapresible, inaprehendibe, incomprensible, porque todo eso no está sucediendo, si no que por ser inevitable ya sucedió), sino darle la vuelta al reloj, y darse realmente cuenta de toda la arena que ya había caído. Así, todo lo que vivimos es pasado, desde las infinitésimas de segundo que tarda la luz en rebotar desde los rostros de nuestros conocidos hasta nuestros ojos, hasta los millones de años que la luz de lejanas estrellas tarda en recorrer las galaxias hasta nuestro planeta. ¿Cuánto tiempo falta para descubrirnos sopesando las decisiones de nuestras vidas? ¿o recordando hechos remotos que en algún momento creíamos que nunca jamás llegarían?

   El taoísmo zen tiene una teoría interesante: según ella, no somos lo que queremos ser ahora, sino lo que buscábamos ser en el pasado. De esta manera, podemos intentar vivir el futuro desde el presente, para tomar decisiones de las que, llegado ese momento inevitable, no arrepentirnos. Propongo, para cerrar, una reflexión que me pareció significativa; si bien sacado de contexto, vale la pena tenerlo en cuenta. Forma parte del discurso de una relativamente nueva corriente sociológica, la sociología reflexiva: 

                     

                     "...los hombres deben aceptar como auténticos sus talentos específicos, sus variadas ambiciones y su experiencia en el mundo. [...] Cuando hombres comunes y grandes consigan esto, unos y otros comprenderán que el valor de su contribución humana basta para justificar sus vidas." (Gouldner, Alvin; "La sociología reflexiva", en La crisis de la Sociología Occidental, Cap. 13, Ed. Amorrutu, BS. As., 1970)

                     "...El sentido trágico no deriva del sentimiento de que los hombres están siempre por debajo de lo que la historia y la cultura exigen; deriva, más bien, del sentido de que se han traicionado innecesariamente a sí mismos, que han renunciado innecesariamente a realizaciones que no habrían perjudicado a nadie; deriva del sentido de que han sido menos de lo que podrían haber sido...". (Ídem)*


Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα


*El texto original no citaba estos últimos tres elementos en el orden en que se enumeran en mi cita; me tomé la libertad de modificarlo para concederle un poco más de teatralidad (N. del R.).

15.7.10

Un análisis deportivo

Debo aceptar que, muy a mi pesar, el pronóstico que estimé pocos días antes del comienzo de la copa del mundo, según el cual España y Holanda se efrentaban en la final, con ulterior victoria del primero, terminó por concretarse; repito, muy a mi pesar. Porque lo cierto es que, si bien en la previa debía admitir que la selección española era la que mejor fútbol jugaba, varios factores que tuvieron lugar durante el mes de Junio me llevaron a un radical cambio de opinión. Factores que terminarían por determinar lo que fue (independientemente de mi edad) el peor campeonato mundial de fútbol desde el año 1929. Para que no queden dudas.

Lamentablemente, es imposible iniciar cualquier análisis serio de este torneo sin hacer mención al mal arbitraje; cualquiera que esquive este tema lo hace porque en algo está entongado. Y que conste que lo catalogo como malo simplemente porque no existen las palabras para definir las aberraciones que se han cometido, y prefiero seguir con otras cosas a perder el tiempo intentando encontrarlas. Sin lugar a dudas, los fallos arbitrales (nunca mejor dicho) favorecen al mal juego: aquel que hace un golazo en buena ley y no se lo convalidan no puede hacer mucho más para ganar un partido; quien hace un gol en off-side sin haber hecho los méritos para ello no ayuda a mejor el nivel de los partidos. Esto lleva a un segundo aspecto de la cuestión: las vergonzosas excusas. 

Por un lado podemos observar especímenes como Diego Maradona, que critica a la FIFA cuando le es conveniente, y no por una cuestión de principios inamovibles. Por ejemplo, tomemos el partido contra México: antes, defenestró al árbitro de Alemania-Inglaterra por no cobrar el obseno gol convertido por los ingleses que habría cambiado completamente el curso del encuentro; después, con el 3-1 contra los centroamericanos consolidado, desestimó si el gol de Tevez había sido o no en off-side, aduciendo que el arbitraje tenía que centrarse en protejer a los habilidosos, amonestando a los rivales, y, llegado el caso, usar la teconolgía solamente para ver si la pelota había cruzado la línea de meta. Bueno, señor Maradona, yo le digo que el reglamento es uno solo, y como tal debe ser cumplido en su totalidad, y no únicamente los pasajes que a usted le viene a gusto. Eso parece ser empero práctica común y generalizada, como mencionaré más adelante: criticar al árbitro cuando se acaba de ser claramente favorecido por sus decisones para ocultar, al menos en parte, la evidente parcialidad del juez.

Por otro lado tenemos la lastimosa excusa que proporcona el señor (diría "senil", pero eso lo exculparía) Blatter, que inventa que al implementarse la tecnología no sólo se ralentizarían demasiado los partidos (como los encuentros de fútbol americano, que hasta donde yo sé son bastante populares), sino que la gente dejaría de discutir sobre fútbol en el día a día, porque no habría más polémicas ¿Desde cuándo Joseph Blatter se preocupa por que la gente tenga temas de los que hablar?  Más bien pareciera que con la aplicación de repeticiones que no dejen dudas a él se le acabaría el negocio (o negociado) de arreglar resultados según lo que venda más. Porque, ¿a quién en su sano juicio se le podría ocurrir que está bueno que haya injusticias nada más que para que la gente pueda discutir sobre ellas? A "Chiquito" Romero, pareciera, ya que está en contra de el uso de la teconolgía porque le quitaría "esa viveza". Habría que aclararle que tocar la pelota con la mano para obtener una ventaja extradeportiva no es ser "vivo"; eso es trampa, y está tan fuera del reglamento como participar del juego partiendo de posición adelantada o que la pelota pique dentro del arco y aún así no se cobre el gol. La "viveza", como él le llama, es sacar rápido un tiro libre cuando el rival está desconcentrado, o amagar salir para un lado y salir para el otro, o quitarle una pelota a un contrario desde atrás sin que este se dé cuenta siquiera. Hay una línea entre ambos términos, y no es tan delgada como la hacen parecer.

Y siguiendo con esta idea pero llegando ya a otro tema (los arbitrajes son indignantes, pero poco más hay para decir que no se haya dicho o no se sepa ya), es interesante distinguir lo que es trampa de lo que no. A veces la opinón monopólica (que también llega a los deportes, aunque no lo pueda creer) hacen que la gente no pueda pensar por su cuenta, y termina estando de acuerdo con lo que vende. Porque, y es hora de que alguien lo diga de una vez, Suiza no hizo trampa contra España. Tampoco fue mezquino, como diría Horacio Pagani, y tampoco fue un día en el que murió el fútbol, según palabras del mismo periodista. Al margen de que yo quería que España perdiera ese partido, no se puede decir que Suiza jugó mal. Suiza jugó lo que Suiza contra España podía jugar ¿O qué querían, que fuera con todo a atacar? Probablemente se habría comido 3 o 4, porque no le da para mantener ese estilo de juego. Sin embargo, jugando como lo hizo, no sólo matuvo su arco en cero, sino que incluso terminó ganando. ¿Eso es trampa? Que se acabe la mentira de que en el fútbol no hay merecimientos; si pateaste 20 veces al arco y no pudiste hacer un gol, no merecías hacerlo; si te metiste atrás, defendiste como una muralla, y tu delantero, de contra, la pudo embocar en la única chance que tuvo, entonces merecías ganar. Y punto. A llorar a la iglesia, que le dicen.

Hay un caso, de todas formas, en el que no gana el que lo merece: cuando el árbitro falla en su función. Porque si España hubiera hecho un gol contra Suiza y se lo anulaban mal por supuesto off-side, entonces Suiza no habría merecido ganar, sino que lo habría hecho con la complicidad de árbitro. Como la selección española, justamente. Porque en la final Andrés Iniesta tendría que haber sido expulsado por su exabrupto tras una infracción cometida a él, y en la jugada previa al gol español el absurdamente evidente corner para Holanda que el árbitro decidió no cobrar (no puedo creer que no lo haya visto) habría combiado las cosas. También hay que decir que, si bien el conjunto holandés no hizo trampa, se mantuvo en pie gracias al beneplácito del referee inglés. Porque, al menos en el primer tiempo, dos mediocampistas tendrían que haber sido detenidos en la comisaría de Johannesburgo al menos por la noche, y sin embargo jugaron los 120 minutos. Y cuando finalmente se decidió a expulsar a alguien, no había sido infracción (porque no lo fue, dejen de mentir y aprendar a jugar al fútbol). Sin embargo, a lo largo de todo el campeonato la selección española se dedicó a quejarse de los arbitrajes, cuando, exceptuando la final, era la única a la que favorecían unilateral- y constantemente. Con solo abrir un diario español tras cada encuentro en la bajada de la nota podía leerse la queja de al menos un penal no cobrado. Yo ví los partidos, y puedo aseverar que de los siete, solo uno fue penal, a duras penas, y cuando Xabi Alonso acababa de mal logar otro. Pero, como dije, quejarse cuando se es favorecido ayuda a pasar desapercibido.

Para concluir algo de todo lo anterior, creo que es inevitable que un periodista se vea influido por sus gustos e intereses a la hora de opinar, en este caso, sobre fútbol (en mi caso es más que evidente). Sin embargo, si no puede no haber comentarios tendensiosos y/o exitistas como los que abundaron en la final del mundial, entonces que haya dos periodistas tendenciosos opuestos, así puedo sacar mis propias conclusiones. Porque, por más de que todos me vayan a criticar, a mi me encanta como juegan los equipos de Mourinho, por dos razones: son inteligentes y estrategas para ganar sin trampas, y no despotrican contra los demás cuando pierden. Una cosa es que a nadie le guste pereder, y otra es echarle la culpa a los demás cuando esto lamentablemente ocurre.

Como punto final de este análisis quería aclarar que dejé deliberadamente de lado todas las estupideces que se decían cuando la pelota no estaba rodando, desde la triste fama de un molusco aleatorio hasta el cabaret de la selección francesa, porque no creo que valga la pena reflexionar sobre ellos (ni siquiera "flexionar") para alcanzar un mayor nivel futbolístico en cualquiera de sus aspectos. Y por último considero necesario aclarar el por qué de mi defenestración para con la selección de España: simplemente, les está yendo demasiado bien en todos los deportes, y eso les hace creer que pueden ser más agrandados que los argentinos. La verdad que me molesta bastante.

Sin más, finalizo esta trágica ironía; porque, en contraposición al título del artículo, en él hubo de todo menos fútbol (cada vez menos desde Francia `98), y así seguiremos mientras ni el periodismo ni Blatter y sus protegidos pierdan la soberbia que les hace creerse los últimos dueños de la verdad.

Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα

14.7.10

Acerca de cómo el planeta nos necesita... Not!

Como siempre, antes de comenzar vale hacer una aclaración: el "Not" pronunciado en el título de este artículo no se refiere a la palabra alemana para situación de emergencia y/o necesidad imperante, sino a la negación inglesa, es decir, simplemente, "no".

Hace unas semanas noté en un supermercado de cadena internacional algo que me llamó la atención: la empresa había comenzado a comercializar unas bolsas reutilizables, bajo el motus de que al no ser de polietileno ni ser tiradas constantemente a la basura, no contaminan el medio ambiente. Y debajo, en el mismo cartel, ponía "El planeta nos necesita", probablemente para apelar a los sentimientos de los compradores, y motivarlos a sumarse a una causa de bien común y desinteresado. Pero, y entonces yo me pregunto, el planeta, ¿realmente nos necesita?

De hecho, concluí, no solo que no requiere de nuestra ayuda, sino que estaría mucho mejor sin nosotros. Por caso, ¿a qué fumador se le ocurriría pedirle a un cigarillo, que tanto daño le ha causado, que le cure y limpie los pulmones? Es un evidente despropósito entonces que los mismos hombres, que lo único que han hecho desde esa bendita/maldita (no voy a discutir esto ahora) encefalización es intentar adueñarse de la Naturaleza y moldearla a su gusto y "necesidades" aparentes, se adjudiquen el cargo de "saneadores de la Tierra". No, lógicamente el planeta necesita (si es que realmente lo necesita...) algo externo a ella (como un parche de nicotina); pero, fundalmentalmente, lo que primero precisa es dejar de fumar. Construyan las analogías como más prefieran (tal vez soy un medievalista asimoviano).

Indiferentemente a todo lo anterior, sirve abarcar el tema abstrayendo la situación (aunque técnicamente sería una des-abstracción). Tomar una piedra, una piedra cualquiera encontrada tirada en cualquier lugar, sumergirla en petróleo, rodearla con humo proveniente del caño de escape de un auto que carbura mal y acabar con todo tipo de vida bacteriológica sobre ella, ¿le producirá a alguien alguna sensación de empatía? NO, por supuesto que no; entonces, ¿por qué pasaría eso con la Tierra? Si esta no es más que una roca inerte (ya que no ejerce acción) que flota en el espacio como cualquier otro cuerpo celeste y algún día dejará de existir como cualquier otro cuerpo celeste por causas ajenas a nuestras acciones y no hay nada que podamos hacer para evitarlo ¿Por qué de repente al hombre le importa "cuidar" al planeta? Sería agradable decir que esto sucede porque hoy en día los avances tecnológicos y una mayor capacidad reflexiva nos permiten entender de mejor manera las consecuencias de nuestros actos, pero no sería verdad. Así que, yo sé por qué: porque el ser humano es un ser egoísta, y nunca antes se había interesado por la "salud" del medio ambiente hasta que empezó a peligrar su propia supervivencia. Y ni eso parece ser suficiente para que cambiemos nuestro estilo de vida. De hecho, algunas cadenas de supermercados llegan incluso a lucrar con ello...

Así como dicta el proverbio "Si un árbol cae en el medio del bosque ¿hace ruido?", al que la respuesta más probable sea "si", aunque yo no comparta esa opinión, podría extrapolarse a esta situación y decir "Si no queda nadie para sentir lástima por el fin de toda la vida que ha existido y existirá (debatible), ¿es, entonces, una lástima?" Después de todo, esa idea es de invención humana, y al Universo poco (de hecho nada) le importa:

"En algún apartado rincón del universo, desperdigado en innumerables y centelleantes sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocimiento. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras un par de respiraciones de la naturaleza, el astro se entumeció y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante y, sin embargo, no habría ilustrado suficientemente cuán lamentable y sombrío, cuán estéril y arbitrario es el aspecto que tiene el intelecto humano dentro de la naturaleza; hubo eternidades en las que no existió, cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada. Porque no hay para ese intelecto ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero si pudiéramos entendernos con un mosquito, llegaríamos a saber, que también él navega por el aire con ese mismo pathos y se siente el centro volante de este mundo." (Friedrich Nietzche, "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral", 1873)

Milan Kundera notaría algo de lo que no me había dado cuenta: el hombre no es, como se suele creer, amo y señor de la Tierra, sino que el poder sobre la naturaleza le fue cedido para que lo administrase; hacia el final, deberá rendir cuentas por su administración. Porque difícilmente el caballo aceptaría gustoso, si pudiéramos preguntarle, pertenecer al hombre y que este sea su dueño; habría que ver qué sucedería cuando entremos en contacto con una raza extraterrestre a la que su Dios le haya otorgado el derecho a gobernar sobre todas las especies de los otros planetas, y nosotros nos acordemos, compasivamente y demasiado tarde, del pobre animal.


Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα

4.7.10

Acerca de la ciencia de la filosofía

Es importante que quede claro que no pretendo con esto plagiar a nadie; todo lo escrito a continuación proviene de mi propio razonamiento reflexivo (más allá de las inevitables influencias inconcientes que siempre están). Es posible que debido a mi escasa lectura filosófica haya pasado por alto algún autor que haga de este texto una mera paráfrasis. Repito, que no tengo esa intención, y de ocurrir no hay nada que pueda hacer para evitarlo. En segundo lugar, es de reafirmar que esto es un entendimiento propio, y con el que muchos pueden dicernir. Bienvenidos sean; pero considerando que, como decía Aristóteles, "es preciso que los que quieran juzgar sanamente la verdad se conduzcan, no como adversarios, sino como árbitros".

Y ya que comencé con Aristóteles, voy a aprovechar para seguir con él. El mencionado filósofo, entre sus incontables propuestas, catalogó a la filosofía como la ciencia soberana, superior a todas las otras ciencias por numerosas razones, de las cuales, sin embargo, sólo una llamó particularmente mi atención: "...aquella [ciencia] que se busca por sí misma, sólo por el ansia de saber, es más filosófica que la que se estudia por sus resultados [...] El que quiera estudiar una ciencia por sí misma, escogerá entre todas la que sea más ciencia [...] Y que [la filosofía] no es una ciencia práctica [...] Es por tanto evidente, que ningún interés extraño nos mueve al estudio de la filosofía" (Metafísica). Esto, por el contrario, no es cierto. La filosofía, como todas las ciencias, tiene una aplicación práctica aparte del "concimiento por el conocimiento mismo", y no saber eso es lo que la convierte en la ciencia más peligrosa de todas. Su objetivo radica en satisfacer una necesidad individual nacida de una ineterrogación social. En la Antigua Grecia, podríamos decir que esa necesidad era la de explicar la naturaleza, el origen de la existencia y su sentido; y la filosofía estaba en pos de ella.

Hoy en día, con el paradigma dominante de las ciencias naturales, muchas cuestiones pudieron ser explicadas (al menos por ahora) según nuestra forma de concebir la realidad, y fueron por ello desligadas del objeto de estudio de la filosofía, como por ejemplo el origen del Universo. Ahora esta ciencia debe satisfacer nuevas necesidades, sumadas a aquellas que todavía no se ha podido "resolver". Existe un relato que valdría la pena citar, y que iba algo así: Cuando el Diablo tenía que esconder el secreto del sentido de nuestras vidas en el Universo, pensó primero en hundirlo en el fondo del Mar, pero tras entender que algún día los hombres inventarían máquinas para sumergirse en las profundidades y lo encontrarían, decidió buscar otro lugar; pensó luego en esconderlo en el centro de la Tierra, pero imaginó que cuando los hombres lograran desarrollar la tecnología para llegar hasta allí, también lo encontrarían; por último pensó en esconderlo en el punto más recóndito del espacio, pero, de nuevo, cuando los hombres inventaran la forma de conquistarlo volverían a encontrarlo. Entonces fue cuando alguien le dijo que lo escondiera en el único lugar en el que nunca lo encontrarían, en el único lugar en donde nunca buscarían, en sus corazones (El texto original no es exactamente como se presenta, pero considero las adaptaciones apropiadas al tema en discusión). Hoy en día, la ciencia filosófica ha evolucionado, no busca ya entender la naturaleza sino el ser del hombre en la sociedad, cuestiones que antes no se había preguntado o no preocupaban tanto como en la actualidad. Por ende, la filosofía tiene una aplicación y es la de encontrar respuestas para las inquietudes e incógnitas sociales para las que los otros ámbitos de la vida no han encontrado respuestas, y no está libre de intencionalidad. "El hecho de que la sociedad sienta una necesidad técnica, estimula más a la ciencia que diez universidades" (F. Engels: carta a H. Starkenburg, 1834). 

Creo que es importante tener esto en consideración, para estar atentos de no fabricar una filosofía funcional a un sistema en particular, sino que realmente nos permita alcanzar verdades absolutas, libres de la necesidad de explicación eventual-temporal. Aunque es probable que esto último sea tal vez impracticable.


Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα