El tema que expongo a continuación puede ser precursor de acaloradas discuciones e iracundos agravios; sin embargo, me limito a desarrollarlo muy brevemente, arriesgándome a las posibles críticas y defenestraciones que tan simplista explicación pueda acarrarme. Sepan disculparme.
Me resulta altamente molesto el idealismo in extremis de los militantes que pregonan la incestante búsqueda de la justicia social (término utilizado en este caso ajeno a los parámetros peronistas, notesé), enfrentándose a los miembros de los sistemas burocráticos de las instituciones en que participan; por ejemplo, el gobierno de una nación que no cumple con sus funciones. En el caso empírico que me limito a analizar (y que no mencionaré aquí para no herir sensibilidades), un sector que debería ser administrado por el Estado nacional, o representantes de este, se encuentra con una gran deficiencia presupuestaria, situación que es ya de larga data, y sus miembros deciden tomar esta institución e interrumpir así su funcionamiento hasta que vean sus necesidades satisfechas. Sin embargo, no se detienen ahí, sino que cortan las calles, produciendo un caos en la circulación vehicular, para hacer de su protesta una expresión exaserbada. Es decir, como el gobierno no tiene consideración (por hablar con propiedad) por el sector que debería administrar correctamente, este sector tampoco tiene consideración con el grupo de trabajadores y ciudadanos honestos, que nada en absoluto tienen que ver con la situación que aquella institución está atravezando. Hablando mal y pronto, son la misma clase de basura que los miembros del gobierno que tanto defenestran, sin ningún tipo de relación solidaria con el resto de la humanidad.
Y tampoco queda claro que es lo que pretenden, al interrumpir el tránsito; el Estado no pierde más o menos dinero porque la institución no funcione: invierte el mismo dinero, solamente que no pasa nada. Los únicos perdedores en esta situación son los huelguistas, que de esta manera menos van a poder ayudar a cambiar el país en el que viven; o aquellos que se ven obligados a sumarse a la huelga, a su pesar.
Definitivamente, el conductor de taxi que ve su trabajo afectado no va a sumarse a la causa de los protestantes simplemente porque lo molestaron, y va a ir a quejarse al gobierno para que se le aumente el presupuesto a esa institución porque sino él no puede trabajar en paz. No hay conexión lógica entre una y otra cosa, y no hay dudas de que la peor forma de ganar adscriptos es la mencionada.
Habría que buscar formas diferentes de expresar sus protestas. Por lo menos, asi lo veo yo.
Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα
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